Night was made for monsters [Libre]

El rebote era lo mas peligroso que podía pasar cuando jugabas con hechizos complejos, cuanto mas complejo mas se amplificaba el posible error, algo asi como arrastrar el error, cuando empiezas a hacer sumas y te dejas decimales, despues de muchos numeros, el resultado se aleja bastante del que tenía que ser si hubieras mantenido exactamente todos los que te daban. No obstante con la magia era algo mucho mas grave que un simple error matematico que a nadie le importaría, un rebote no era solo recibir el posible impacto del hechizo era que las consecuencias podían ser nefastas, por eso las maldiciones eran tan peligrosas no porque hicieran sufrir a las personas o fueran malas, sino porque cuanto mas riesgos se tomara a la hora de realizarlos, peor era el rebote. A veces si realizabas un mal expeliarmus, tu varita salía disparada, ¿que pasaría si la maldicion asesina saliera mal? ¿Rebotaría? ¿Tendría otros efectos desconocidos?

-Asi que tengo una leona con insignia frente a mi. -murmuré con cierta diversion, por suerte la imagen de una prefecta saltandose las normas y realizando ritos ancestrales quizas era demasiado inusual, por ello mismo no dije nada, levantando mis manos en señal de paz. -No dirás nada porque entonces tendría decir que estabas realizando 'magia antigua'. -apunté, ella tenía razon, pero yo tambien. -Asi que nuestra alianza debe de seguir activa por el bien de ambos. -si yo no era castigado ella tampoco asi que ambos ganabamos.

La miré excavando en la tierra, estaba dispuesta a mancharse por tres animalitos que por como hablaba no eran suyos. Menudo lazo emocional mas raro, claro que el unico al que yo aspiraba era al de la comida o al de la camada, y aún no había encontrado a nadie que aceptara lo segundo sabiendo que podían ser lo primero. No obstante las ventajas del depredador ápex es que puede encargrse de especímenes especiales, y vaya si había unos cuantos. -Fregotego. -encanté apuntando con mi varita a sus manos antes de guardarla de nuevo mientras miraba a Axie de reojo, sintiendo celos de él, tan cerca de aquella piel deliciosa que me moría por arrancar con miss dientes,  bañarme en su sangre y no dejar de ella restos que enterrar...pero aún podía aguantar.

Negué con la cabeza con una sonrisa. -Si fuera una transformación sería mejor que no la hiciera yo, lo ultimo que transformé se parecía mas a un pomo de puerta chillante que a un cáliz de oro. -tomó mi mano mientras sacaba una guja y asentí con una sonrisa. -No te preocupes, creo que podré aguantar el terrible dolor. -como para decirle a ella que podía arrancarme un brazo y probablemente lo regeneraría en un tiempo moderado, porque no estaba bien alimentado. La miré atentamente mientras leía aquel pergamino y sentía como mi ardiente sangre se deslizaba por la yema de mi dedo hasta caer de forma frenética.

Memoricé las palabras, como sonaban y a que sonaban pero no entendí que decían, un humo negro salió de la varita, algo que me recordó al encantamiento fumos, antes de que se encendiera como un chispazo de luz en la oscuridad consumiendo aquella gota pero nada pasó. -Bueno, no puedo negar que es un hechizo inusual pero creo que dí negativo en los analisis resurrectores de animales, lo siento. -dije intentando animarla, dandole unas suaves palmadas en los hombros. Pero ahora me preguntaba si una gota de sangre podía revivir en el mejor de los casos a un animal pequeño, ¿que pasaría si ponía siete litros y medio? ¿Podía una persona servir algo mas que para comida? -Supongo que si la segunda opción falla queda la primera, ¿no? -pregunté mirandola a los ojos, antes de sacar de mi bolsillo la mano izquierda y con un suave movimiento de muñeca encantar. -Orchideous. -convoqué unas cuantas orquideas en la mano opuesta y se las ofrecí. -Hace mucho de la ultima vez que estuve en un funeral...pero supongo que siempre hay que decir unas palabras. -¿pero que era lo que se le decía a unos polluelos? -Podrias ponerles nombres, asi quizas serían recordados de una forma un poco mas especial, ¿no? -decía lo primero que se me ocurria de leerlo en libros de fantasía, a mi me daba absolutamente igual pero la empatía falsa que había generado hacía que no fuera evidente ni para mi lo falso que sonaba todo eso.

Aún no comprendía porqué había salido mal el hechizo, no es que haya tenido más requisitos... Y supuestamente servia con criaturas hasta del tamaño de una ardilla, y definitvamente los tres pichones no llegaban a igualarse ni en masa corporal ni en peso... ¿Quizá debi intentar el hechizo uno a uno? No, ese no era el error.

Klaus debió sentir mi frustración, pues a pesar de que esperaba aunque sea una risita de burla, lo unico que hizo fue decirme que ahora nos quedaba la primera opción, Después de unos segundos pude recién voltear hacia el y sonreír amargamente... Sí me animaba, pero me conocía y sabía que no podría dormir el resto de la noche. - No me lo explico, se suponía que tu sangre les daría vida porque tu estas vivo - mordí mis labios aun dándole vueltas dentro de mi cabeza, luego escuche a Klaus susurrar algun hechizo y volteé a verlo, tenia en sus manos un pequeño ramo de orquídeas que me ofrecía... por ese momento me quedé sin palabras ¿Cómo se respondía a un gesto así? Tomé el ramo con un poco de torpeza involuntaria y sólo llegué a sentir como una corriente cálida invadía mis mejillas. "No, Belle, No te sonrojes..." mi cuerpo parecía no escuchar a mi propia mente, pues impulsivamente acerqué mi nariz hacia el ramo y lo olisqueé frunciendo la nariz. - Si hiciste estas para los pichones, estoy muy tentada a quedarmelas yo - rei suavemente y luego volvi a mirarlo, esperando que mi rostro no este sobresaturado de color. - Gracias - musité apenas audiblemente, cogí un par de orquídeas del ramo y me agaché hacia donde estaban enterrados los pajaritos, deje 3 orquídeas sueltas sobre "cada uno".

No me gustaba que me sobreprotegieran, ni que me trataran como una niña pequeña, pero esta noche me sentía particularmente sensible, asi que después de dejar las orquídeas en la tumba, me abracé a mi misma con la túnica que llevaba, la verdad parecía más que tenía frío, - No les pondré nombre, solo será una especie de... ofrenda para el resto de los pichones del Bosque - suspire y pateé un poco el piso, que por lo húmedo que estaba sono de manera más viscpsa que seca. - Pero gracias... por quedarte, las orquídeas y eso... - giré la cabeza y observé al ajolote sonriéndome. - Y por el también, ya hasta me agrada a mi - reí un poco e intenté tocarlo, pero en cuanto extendí la mano, el ajolote se bajó de mi hombro y simplemente dejé mi mano al aire unos segundos antes de volverla a bajar. - Y... tienes ánimos de continuar caminando por el Bosque o prefieres regresar al castillo - más que una pregunta, sonaba como una adivinación, como si supiera qué me diría.

La verdad fuera dicha que el juego de la interpretacion era de los mejores, servía para casi cualquier circunstancia y saber que eras bueno contando mentiras podía reducir cualquier obstaculo a una montaña de polvo. El truco para contar una buena mentira no es algo que esté en la forma de contar la mentira, ni en que esta sea logica o tenga sentido, las personas no escuchan tu argumento sino como lo dices. Una persona relajada e incluso que hable como si el asunto no fuera con él atraera la atencion, todos pensaran al primer instante que si el ha llegado a esa conclusión con tanta naturalidad no podía ser malo o merecía escucharse al menos. Cuando sabías mentir la realidad se descomponía en un cumulo de notas que combinar, no importaba que dijera la cancion sino como sonara.

En este momento conocía que hacer no solo por ver a las personas a las distancias sino interesarme por ellas. Era terriblemente interesado y curioso pero sabía exactamente porqué lo era. Porque eran mi comida. Como todo depredador sabía que si no era cuestion de vida o muerte lo mejor era dejar que la presa siguiera creciendo hasta alcanzar su punto álgido, por eso no verías a ningun leon matando a ningun cachorro, ellos siempre se fijaban en el grande porque el pequeño, con suerte, se haría grande algun dia. En su caso solo tenía que ser la contraparte que ella esperaba, ella estaba triste yo debía de hacer que no se sintiera asi.

Cuando le di las orquideas noté su cambio de pulso, como una sinfonía que iba en crescendo hasta el punto algido, y sentía como su sangre se revolucionaba en torno a sus mejillas pero no dije nada que pudiera denotar eso mientras aquello fuera entendido como un gesto de confianza entre ambos el resto me daba igual aunque me diera hambre. -Solo es un pequeño encantamiento, pero puedes quedarte las que quieras. -aseguré con una sonrisa tranquilizadora, las orquideas nunca tenían el mismo color y variaban en un monton de caracteristicas segun el mago que las convocara aunque lo usual eran pétalos de color plata o blancos, pero alguna vez había visto negros como la noche. -Ademas, no puedo dejar que una preciosa mujer vaya sola por el bosque prohibido, y menos si le cae tan bien esa bola espectral plateada. -dije señalando a Axie quien hizo algo parecido a una pedorreta pero de ajolote.

Escuché su pregunta y me encogí de hombros. -Me gustaría regresar al castillo aunque espero que tu sepas la salida, llevo aqui dentor unas dos horas y creo que me he topado cinco veces con la misma roca antes de que me encontraras. -aseguré soltando un suspiro mientras negaba con la cabeza. -Nunca se me ha dado bien la orientación. -eso era lo unico verdadero que había dicho en toda la conversación sin mencionar el nombre que le había dado de mi, el mio. -Pero en cualquier caso habrá que caminar asi que, le sigo a usted, bella damisela. -dije con un exceso humoristico de caballerosismo. -¿Puedo preguntarte algo? -pregunté de forma retorica. -¿Por qué los recogiste? -presuponía que no habían salido de algun huevo, si no le había puesto nombres, pero sabía a ciencia cierta que el noventa por ciento de las personas ignoraban al mundo entero, ¿por qué ella se había fijado en tres bolas de plumas que ni le iban ni le venían?

Me sorprendió, y al mismo tiempo tampoco me terminé de creer que no hubiera sabido como salir del bosque... es decir, ¿Cuánto tiempo se habría quedado allí si yo no llegaba? Era demasiado temprano para desconfiar de él, y eso que yo solía desconfiar de todos todo el tiempo, y mucho más en esta época. Mordí mi labio inferior sin sonreir mucho cuando dijo lo de "Bella damisela"... ¿Lo estaba haciendo para que me sienta mejor? No podía evitar ponerme a la defensiva, asi que simplemente di un paso hacia atrás y cruzé mis brazos lentamente. - No necesitas tratarme como una princesa... esas cosas no son para mi - resoplé y di media vuelta para reanudar el camino hacia el castillo... Entreabría los labios a momentos, tentada de preguntarle si de verdad estaba desorientado... En todo caso, me hubiera quedado con las ganas de saberlo pues su voz resonó primero, asentí cuando pidió permiso para preguntarme algo y luego, la pregunta más sencilla... Era tan facil de contestar para cualquiera, como 2 + 2, pero mi voz se trancó y solo reí nerviosamente mientras mis pies de manera involuntaria aceleraban un poco más sobre el sendero.

- ¿En verdad quieres saber? - pregunté aun con un poco del tono burlón de mi risa nerviosa de hace algunos segundos... suspiré mientras metia las manos dentro de mi túnica y levante la mirada hacia el cielo mientras aun caminábamos. - Por que todos los seres vivos se merecen algo más... ¿Sabes? - gire un poco sobre mis talones para observarlo por encima de mi hombro y simplemente sonreí. No era algo que me gustara explicar, o un tema de mi propia elección pero si tenía que decírselo a alguien... Pues iba a hacerlo. - A mi me importa poco la selección natural... ese concepto ya esta deteriorado en muchos sentidos... Si piensas que debí dejarlos donde los encontre, es una opción muy razonable... algunos pichones viven y otros mueren congelados al caerse del nido, como los que tenía yo... pero ¿porque dejarlos allí si no haríamos lo mismo si se tratara de alguien de nuestra misma especie? - me encogí de hombros como si yo misma me contestara esa pregunta, no quería escuchar nada retórico al respecto asi que también me adelanté. - Estoy harta de que nos creamos superiores y busquemos la vida eterna cuando esa vida no existe y no tiene sentido alguno, y mientras yo pueda ayudar a que al menos una hormiga o una pulga pueda seguir adelante lo haré - mis pasos disminuyeron la velocidad y las manos en mis bolsillos se cruzaron por delante, haciendo que quedara envuelta en mi túnica como si fuera una frazada. - Ya casi estamos cerca... esta vez esta criaturita si debería esconderse para que Filch o alguien no nos vea - comenté refiriendome al ajolote que aún revoloteaba alrededor, como una lámpara de luz.

Siempre habían formas de salir de cualquier lugar. Las prisiones mágicas solo funcionan porque al mago se le retira la varita, en cualquier caso siempre puede cortarse, derribar, explotar, me extrañaba que a nadie se le hubiera ocurrido un hechizo para contener la magia dentro de un lugar, o mas bien al contrario, de impedir que ningun tipo de magia funcione dentro de un area determinada, asi te ahorrarías muchos problemas, el problema para ellos, y mi ventaja. Era que yo no necesitaba la varita para escapar, no hay pared que soporte una embestida de mis cuchillas, y si no se doblega al primer golpe lo hará al decimo o al centésimo. Desarmado era quizas mas peligroso que con una varita, pero cuando enloquecía y sostenía mi varita, oh dios, no sabes lo facil que caen los magos, los atraes con un hechizo simple y previsible, ellos lo repelen y justo cuando su mirada se centra en el hechizo los abro en canal, dejando un charco de sangre pegajoso por el suelo.

Ni me importó lo que dijo en primer lugar: me daba igual que quisiera fingir que era; que dijera que era; que fuera en realidad o que simplemente quisiera ser algo que no era. Para mi no era absolutamente nada, solo una compañia potencial que me libaría del aburrimiento y con mala suerte para ella, le daría una patada a mi estomago...por dentro, si le quedaban fuerzas para moverse despues de pasar por mis dientes.

La chica tenía una visión tan idilica del mundo que era como una niña en un campo de minas, al final tarde o temprano, cuando pisara una, se arrepentiría de haberlo hecho. Era como si el mundo gris y letal que había en el exterior para ella tuviera decenas de formas, decenas de matices que nadie veía. Pero los animales no eran piadosos, no eran asesinos, eran simplemente animales. Lo unico que medianamente tuvo interes para mi fue lo de que se creían los mejores del mundo. Y el unico depredador que había en esta escala evolutiva estaba frente a ella, solo que no podía verlo aunque quizás si notarlo, como una fragancia enmascarada en el olor de la nada.

-La selección natural sucede cada dia, en cualquier momento. El problema es que pensamos que no funciona así porque hemos podido forzarla a centrarse en nuestros asuntos, antes moriríamos de un simple resfriado, ahora lo mas normal es morir en un coche. El que vale sobrevive, y el que no...es aplastado. En cualquier sentido. -aseguré con una sonrisa cordial. -No es algo cruel, ni carece de sentido, es simplemente así. -algunas cosas estaban predefinidas, la naturaleza había optado por premiar al mejor adaptado, no al mas letal o al mas escurridizo, sino aquel que tuviera un equilibrio con el ambiente, una teoria genial a manos de muggles. -La vida eterna es el sentido de la vida. -apunté colocandome la capucha mientras veía como Axie danzaba hasta mi cabeza y se tumbaba sobre la capucha. -Los organismos tienen dos opciones, o se hacen inmortales y asi obtienen todo el conocimiento posible o transmiten esa informacion a sus descendientes. En condiciones óptimas lo mas sencillo es lo primero pero...¿has escuchado de alguien inmortal? -no, porque el ambiente nunca era perfecto y por eso mismo la inmortalidad no era posible salvo que...bueno, te comieras a la muerte.

Escuché su comentario sobre aquella pequeña linterna animada que era Axie y acaricie su cabeza antes de hacer que se transformara en polvo que desapareció a los pocos segundos, un sencillo finite incantatem. -Elegir al pichón que está a punto de morir es algo fácil pero ¿hubieras dejado que un gato hambriento se los comiera? -las personas eran egoistas y pensaban que ayudaban a los demas porque "había que hacerlo" cuando solo los ayudaban porque "se sentían bien haciendolo" no había ni una persona que ayudara mientras hacía gestos de repugnancia. -Si ayudas a uno, estas entorpeciendo a otro. Por eso es un circulo sin fin.

Podía distinguir la luz en la distancia filtrandose por los huecos que dejaban las hojas del os arboles sobre las del castillo. -Pero no. Los seres vivos no merecen nada. O lo tienen, o no lo tienen. Un lobo no es malo por matar para comer, ¿pero a que sí lo verías malo si quisiera comerte? Ante una situacion de vida o muerte, ¿crees que escogerías sacrificarte por los demas? ¿Preferirías desaparecer como el polvo por salvar a unos cuantos? ¿O los dejarías para sobrevivir por tu cuenta? Es un acto loable sí pero...¿quien te dice que ellos no morirán igualmente? ¿Quien te asegura que no encontrarás en tu vida alternativa una forma de ayudar a mas gente? ¿Cuanto vale una vida? -miré las estrellas durante un segundo. Yo sabía la respuesta, una vida no vale absolutamente nada, lo que vale es tú vida. -Estas programada para luchar, huir o paralizarte, pero nunca estarás hecha para sacrificarte. -resumí con una larga inspiracion, tomando aire antes de seguir aquel camino. -Que mueras en el proceso por una causa mayor solo es una justificación engañosa, tú no te sacrificas, simplemente decides no luchar o huir. -sonaba triste pero, que iba yo a decir, la verdad era dolorosa para los humanos, yo sabía que todo era comer o ser comido, y por suerte, no estaba hecho para estomagos ajenos.

Me di cuenta de lo mucho que había hablado, pero quizas era porque durante mis primeros meses de existencia como lo que era ahora, necesitaba respuestas. Y tristemente no hubo ninguna respuesta, la misma que yo le daba a ella, "no somos mas que polvo" "no somos nada" todo se resumía generalmente en lo mas simple "o matas, o mueres". -Pero no -añadí tras unos segundos- yo los habría ayudado. -no por los motivos que no creía, sino porque tres pichones no servían, cuanto mas se extendiera la presa, cuanto mas viviera, era mejor para su depredador. Siempre ha de haber un equilibrio entre lo que entra y lo que sale, por suerte para mi, siete mil millones de personas era un festín que no podía evitar hacerme sonrojar solo de pensarlo.

Escuché con una ceja levantada y los labios ligeramente arqueados cada palabra que salía de la boca de Klaus, y mientras más hablaba más me preguntaba que hacía yo allí. Y también, analizaba el rostro de hielo de Klaus... los términos que utilizaba, la manera en la que su pecho se inflaba al empezar cada oración, incluso el leve palpitar de su garganta al emitir las palabras con esa voz tan seca me distraía. ¿Qué sucedía?
Fruncí el ceño y guardé silencio hasta que escuche sus últimas palabras... claro que, después de todo aquello ni siquiera podía recordar el sentido que tenía esa primera pregunta. Descruzé los brazos y quité las manos de mi túnica... hubo un momento de silencio, y luego me aparte, saliendo finalmente del Bosque Prohibido por el mismo arco de arboles por el que había entrado en un principio. ¡Ah pero al salir ya no me pude quedar callada! Tenía que preguntar...

Asi que giré para mirarlo de frente y extendí los brazos como si me mostrara desarmada, como si hubieramos discutido y estuviera aceptando una derrota. - Creo que le dije lo incorrecto a la persona correcta... ¿Qué quieres demostrar? - gire el rostro y lo aparte por unos segundos hasta que mi voz se tranquilizara un momento. Lamentablemente desde que la situación en Mundo Mágico había empeorado, tenia que mantener el perfil bajo y yo estaba acostumbrada a gritar. Me sentia impotente... - Claramente te crees superior, me refería a personas como tú... que creen que pueden decidir sobre algo o sobre todo... Lo noto en tu voz, lo noto en tu mirada y lo noto en cada movimiento que das... ¿Qué eres? - negue con la cabeza, en parte por no entender y en parte porque estaba en ese punto medio en el que podría estallar contra quien esté frente a mi...

Nunca había intentado conservar amigos, porque nunca había dejado que nadie se acercara lo suficiente a mi. - No vas a obtener respuestas compasivas de mi, no me vas a convencer de nada y sí... hubiera dejado que un gato hambriento de los comiera si no los hubiera encontrado yo antes... ¿Qué me diferencia del gato? ¿Qué me diferencia de ti?... ¿Crees que no me doy cuenta que me miras desde arriba, confundido por mi apariencia, pensando que cualquier cosa va a impresionarme?... - una risa corta y bastante fria hizo que mis hombros se encogieran y luego respire profundamente. - No tengo absolutamente nada que perder, ya no... Y cuando decidí renunciar a todo me di cuenta que tengo más vida que nunca... No por eso quiero vivir por siempre - era una característica bastante odiosa de mi, que lamentablemente no podía ocultar... Un momento podía estar tranquila y tratar de agradarle a todo el mundo pero simplemente... no era yo misma. Y prefería ser alejada por prepotente a que me tengan lástima o me traten como si no supiera nada.

No, nada nuevo iba a aprender justo ahora... cuando todo es tan, insulso.

"Palabras de vida en boca de la muerte". Asi se llamaba aquella obra. Su argumento era extraño, aprecía hablar de una distopía donde todo iba mal por los problemas económicos a los que sus habitates se encontraban en la mas absoluta penuria pero bajo el contexto de una carencia de guerra donde las muertes por estas se habían reducido hasta desaparecer nadie se rebeleaba. En realidad hablaba de la vida, de quienes somos, de quienes seremos, tocaba todos los temas de la filosofía y la metafísica, pero el autor no usaba los argumentos de nadie, eran suyos. Eran argumentos oscuros, tristes, que cuando veías que la mayoría de sus seres queridos lo habían dejado en la estacada y que tuvo una infancia dura sabes que habla por boca de la experiencia.

Yo no tenía opinion, ella había salido por la rama de la filosofía y yo le contesté, sin mas afán a soltar un puñado de argumentos que: al igual que los compañeros de mi casa, jamás entenderían, ni se molestarían en escuchar. Por eso mismo ni me molesté en escucharla, no era conversacion con ella, era conmigo mismo. Sí, su voz resonó tras mi silencio pero no, no me apetecia malgastar mi tiempo escuchandola.

¿Donde dejé aquél libro? Fue la pregunta que me había hecho con mas fuerza hasta en aquel momento. En algun punto de mi apartamento, perobablemente en las estanterías del salón, debía de asegurarme de leerlo otra vez, una séptima y mágica vez. -¿Demostrar? La metafísica no se demuestra. -me froté la frente con pesadez mientras la miraba de reojo. -Me da igual que pienses o que crees que soy, o como crees que pienso pero no soy odiado en Ravenclaw para que me compares con ellos si me importara demostrar lo listo que soy y lo tonta que tu eres probablemente apelaría a que tu ignorancia te impide ver la "claridad" -hice las comillas con los dedos- de mis argumentos. Pero si quieres hablar con una pared que te diga lo tonta que eres puedes visitar mi sala comun, está plagada de seres que piensan como yo o como tu crees que pienso yo.

Estiré mis musculos desentumeciendolos, algo casi peor que el hambre era el dolor de las cuchillas cuando las contenía en mi espalda, creeme, era como apuñalarme lenta pero profundamente y eso me cabreaba. No me importaba lo que ella pensara, ¿acaso era incapaz de entender que me refería a ella como individuo de una especie y no como una persona? Como si me dijera que tenía sentimientos y que jamas mataría a una mosca, todo ser vivo aspira a ser inmortal o a tener descendencia, es así. Y sobre todo lo que ella defendiera, todo ser vivo se reducía a matar o morir. -Respecto a tu pregunta... -me detuve pensativo unos instantes. -...supongo que soy uno de esos que aspira a la inmortalidad -dije casi de forma tétrica antes de encogerme de hombros. -O al menos no pretendo tener hijos asi que solo me queda la primera opción. Crucemos los dedos. -dije con una suave risita infantil antes de cruzarlos en señal de paz. -'Pero no hay causa perdida mientras haya un idiota dispuesto a perseguirla.' ¿no? -cité de alguna parte mientras bostezaba. -O alguna chorrada optismista para casos perdidos.

Mi memoria se perdió en el sonido de la lluvia de aquel día, era uno de esos trances que solía tener de vez en cuando... Las gotas golpeaban sobre la calzada emitiendo un coro de sonidos que acompañarian cualquier depresión... Era pequeña y había pasado allí muchas horas esperando que vinieran por mi. Se supone que era un día especial ¿Qué sucedió? La imagen de mi mente se reestableció y trastabillé retrocediendo un poco, hasta que mi espalda chocó con un arbol emitiendo un ruido bastante seco, como si mi hueso se hubiera quebrado ante el golpe... Sacudí la cabeza y llevé ambas manos a mi rostro, cubriéndolo... Me estaba sucediendo de nuevo. No podía arriesgarme, definitivamente lo que estaba haciendo en la sala de Menesteres tenía efectos colaterales y no los podía controlar...

Traté de mantenerme serena a pesar de la taquicardia que me había comentado, y como si estuviera loca... como si fuera una total demente, reí a carcajadas por un par de segundos mientras Klaus se mantenía ahi de pie frente a mi con el mismo semblante frio y con ese tono aburrido en su voz que denotaba que tampoco me estaba diciendo algo interesante... digo, habia escuchado que me habia llamado tonta o algo por el estilo pero podia haberlo imaginado. Estaba tan vulnerable en ese momento que cualquier tropiezo por mas pequeño que fuera. - Tienes toda la razón - comenté con la voz agitada. Llevé una mano a mi pecho y mire alrededor con desesperación. - Yo... - tartamudeé. - Si, perdóname, debo... - mis palabras no tenían sentido. Necesitaba mi antídoto, ¿tenía antídoto? no recordaba dónde estaba... sólo se que no dejaba una poción sin antídoto antes de probarla...

Comencé a sudar frío y luego vino el ultimo de los síntomas que lograba reconocer, una arcada en mi garganta me hizo doblarme en dos de dolor, apoye la cadera contra el arbol y mi torso se lanzo hacia adelante casi chocando con mis piernas mientras mi boca devolvía una sustancia blanca, que tenía más pinta de nitrógeno líquido que de vómito real. Sujete mi estómago con los brazos y apenas pude mirar a Klaus con los ojos cristalizados. - Debo irme... - musité con una voz gutural, no muy característica de mi tono, levanté los extremos de mi túnica y me eché a correr en dirección al castillo. Cómo se me podía haber olvidado... debía haber tomado el antídoto en cuanto deje a los polluelos en la incubadora improvisada, debi haber tenido muchas cosas en la mente para olvidarlo... Podía morir.

Aquel cambio en su respiración fue inusual, y lo que prosiguió era casi mas raro, pero no me impresionaba, hacía demasiado tiempo que nada me impresionaba, no si no era algo que estuviera a la altura de mis matanzas. Que alguien se riera como un psicópata solo suscitaba en mi un pequeño bostezo, ya lo había visto, todo el mundo podía verlo y mucho mas hacerlo,e ra algo que podías practicar pero nada, nada era como contemplar a un charco inmenso de sangre y que no hubiera absolutamente nada, ¿sabes lo que es la nada? Es esa sensación de saber que ahí había muerto alguien, tan intenso que podías ver su cadaver allí, y sentirlo adheriendose a tu cuerpo pero solo era su sangre.

Levanté una ceja antes de bostezar del cansancio, me daba igual que se disculpara o no pero si fingia que quería irse me molestaba aún mas, no tenía porque fingir que le importaba algo que había demostrado que no era asi o que necesitaba comportarse para irse. Asi que me encogíd e hombros sin prestarle atención alguna, su tono de voz había cambiado y parecía bastante agitda, quizas había recordado que tenía alguna cita con alguien y se le había olvidado o quizas se había dejado su inhalador para el asma, me era indiferente. Y yo odiaba la indiferencia por enciam de todas las cosas, o matas, o mueres, no eres "indiferente" ese era otro mecanismo de la ignorancia.

Cuando miré sus ojos y su postura supe que probablemente le pasaba algo, no. Le pasaba algo. Pero como había perdido el interes desde que ella creía que podía conocerme, algo que no podía ni hacerlo yo, hice un ademán con la mano para que lo hiciera, como si sin ello no pudiera salir y correr cual conejo hacia su madriguera. Lo que mas me llamó la atencion fue aquello que salió de su boca, no sabía lo que era pero sería de tontos decir que no estaba relacionado con su repentina huida, de no haber salido a correr sin siquiera esperar algo de mi igual la hubiera ayudado a llegar a la enfermería pero había decidido pensar por los dos.

-Que te vaya bien, supongo. -murmuré cuando ella se había alejado de mi. No sentía ninguna necesidad intrinseca para salvarla, porque simplemente no quería mi ayuda y había perdido el inters siquiera de devorarla, y si no me afectaba en el plano alimentario ni en el personal; algo menos sorprendente la verdad. Entonces, ¿para que iba a preocuparme? Camine tras ella a un paso mucho menor.

¿Fin del thread?