Zabini, Blaise G. — Expediente.

Por más que pueda llegar a aparentar lo contrario, Zabini es un hombre fácil de entender si se lo conoce lo suficientemente bien... No, en realidad no. ¡Era broma! Tiene un carácter tremendamente complicado y eso es perceptible incluso para quienes le acaban de conocer. Su humor no depende de la pierna con la que se levante cada día, sino que puede variar en apenas unos minutos: en un momento se le ve calmado y al siguiente inquieto; la causa, probablemente, nunca la llegues a saber. No es tan reservado como Theo Nott, pero no se puede decir de él que sea una de las personas más abiertas del mundo: no es de esa clase de gente que confía en los demás a primera de cambio.

Es una persona cobarde por naturaleza y es consciente de ello; en el sentido de que si ve que lleva todas las de perder en un conflicto no se meterá de él ni de coña. Echará mano de todo lo que disponga en ese momento para salir indemne de la situación, ya sea a través de la diplomacia o de la huida abierta. Sin embargo, en el fondo sospecha que muy a su pesar sería capaz de plantar cara a las cosas si alguno de sus seres queridos está metido de lleno en algún asunto turbio, pero sólo porque él saca beneficio de ello. No es de los que arriesgan su vida por alguien desconocido y está orgulloso de ello, lo considera más una cualidad que un defecto.

Le gusta mucho consentirse sus propios caprichos, no importa cuáles sean, encontrara la forma de verlos realizado. Disfruta de los ambientes relajados y tranquilos, así no tanto de los sitios muy concurridos. El amontonamiento innecesario de personas lo irrita bastante. Es bastante espontáneo con sus acciones por lo general, pero para determinadas cosas se vuelve calculador. No le gusta tomarse las cosas en serio al menos que lo afecten directamente o a sus intereses.

De apariencia alegre y despreocupada, su personalidad es en realidad bastante rebuscada y compleja. Pero rara vez se lo va a ver demostrando sus verdaderos sentimientos o pensamientos. Le gusta divertirse, ya sea por su cuenta, con amigos o con personas ocasionales. Es común verlo sonriendo y de buen humor, pero su sonrisa a veces puede ser un engaño y ocultar algo más.

Irónico de un modo bastante extremista, es muy dado al uso de dobles sentidos y argumentos mordaces. No suele tener escrúpulos para nada, en gran parte porque ha aprendido a lo largo de toda la guerra que los valores morales sólo conducen a recibir unas cuantas Cruciatus, así que ten cuidado a la hora de tocarle las narices. Una cosa es que no se vaya a enfrentar a ti abiertamente y otra muy distinta que no vaya a valerse de artimañas y conjuraciones en la sombra para hacerte pagar caro una ofensa. Después de todo, nuestro Blaise tiene sangre italiana, de modo que siempre tiene eso de la Vendetta! muy presente.

Hijo del matrimonio establecido entre Piero Zabini y Chiara Bertangli, siempre fue consciente de que sus padres se casaron por conveniencia más que por amor. Su madre, conocida mundialmente por ser una de las brujas más atractivas de su época, se casó con su padre cuando tenía tan sólo veintidós años, habiendo tenido para aquel entonces dos maridos más y habiendo quedado viuda de ambos al poco tiempo de contraer matrimonio con ellos. Gracias a la fortuna inmensa de Zabini y a la gran reputación que su apellido tenía en Italia, con su tercer marido Chiara quiso hacer una excepción, por eso de que a la tercera va la vencida, y tuvo con él a su primer y único hijo; quizá porque quería asegurarse de que la herencia caería sí o sí en sus manos. Blaise no había cumplido los cuatro de años de edad cuando su padre falleció súbitamente y su madre se fue a Inglaterra para desembarazarse del dolor que le producían los recuerdos.

No fue hasta muchos años más tardes, después de haber soportado la llegada y posterior ida de muchos padrastros, que Blaise no llegó a la conclusión de que su madre había matado a su padre. La historia del matrimonio Zabini circuló por toda Europa, en gran medida al morbo que provocaba que Chiara se hubiera casado tres veces y que sus tres maridos hubieran muerto en condiciones repentinas. Nunca se halló ninguna prueba en su contra, puesto que era lo suficientemente astuta como para no dejar que nadie sospechara de ella, pero pronto comenzaron a conocerla como "viuda negra".

Blaise, no obstante, siempre vivió un poco ajeno a esto, al menos hasta que cumplió once años y se largó a Hogwarts. Su madre, asesina o no, siempre se había comportado como una madre como otra cualquiera con él, así que se merecía su cariño y respeto. Todo esto cambió cuando llegó a Hogwarts y su madre siguió casándose y enviudando una y otra vez (así, hasta alcanzar la cuota de siete maridos muertos), y lo que era peor para Blaise, hundiendo cada vez más y más el apellido Zabini. Para él era una vergüenza que su madre desprestigiara de esa forma su apellido, puesto que todo el mundo seguía conociéndola como Chiara Zabini, de modo que su relación comenzó a tensarse y enfriarse cada vez más.

Todo reventó durante el séptimo curso de Blaise, en el que Chiara casi ordenó a su hijo huir con ella a Italia hasta que las cosas en Inglaterra se calmara y la situación bélica se estabilizara. Él se negó, no tanto por la creencia de que podría sacar beneficio de su posición en la guerra sino porque no estaba dispuesto a permanecer tantísimo tiempo con su madre a solas. Así pues, permaneció en Gran Bretaña y se introdujo en las filas del Señor Tenebroso. Educado en un ambiente purista y elitista, era lo menos que podía hacer. Cuando éste ordenó a sus círculos más allegados que se trasladasen al Bosque de Tirania, él no lo hizo, al contrario que los Malfoy y otras familias importantes. Bajo la excusa de permanecer en Londres e informar al Lord de todo lo que ocurriera en los círculos más clasistas de la capital británica, Blaise hizo uso de su herencia y compró una casa en pleno centro, de la que hace uso como picadero y que a veces utiliza para traficar con hijos de muggles.